miércoles, 29 de diciembre de 2010

Capítulo 37

La melodía de Michael Jackson en Billy Jean les dio la libertad al marcar el fin de una aburrida clase más en esa mañana de lunes. Como en las anteriores horas, Sienna no había logrado hablar con Cindy de lo ocurrido y comenzaba a agobiarse. Para colmo, la jefa de animadoras fue la primera en abandonar el aula al oír la música que sustituía al timbre. Si al menos ya fuera martes… podría hablar con ella antes del entrenamiento. Las sesiones de preparación de las actuaciones de ese curso comenzaban al día siguiente, tal como se había decidido en el vestuario a la hora del descanso, por lo que no vería a la chica en todo el día. Genial.
La que sí seguía en el edificio era Abby. A diferencia de otros días, la joven no tenía pinta de querer esperar a Sienna, puesto que ésta se la encontró bajando a saltitos las escaleras del pórtico que decoraba la entrada principal.
-¡Abby, espera! –al escuchar el grito, Abby frenó para esperarla.
-Quería hablar contigo –Sienna había tenido que apretar un poco el paso para alcanzarla y respiraba con dificultad; iba siendo hora de que se apuntara a un gimnasio o se animara a hacer deporte.
-Pues aquí me tienes –forzó la sonrisa su amiga.
-¿Qué le ha pasado esta mañana a Cindy? –la pregunta fue directa, sin rodeos.
La joven de pelo rizado pareció dudar acerca de la conveniencia de responder. Echó a andar mientras cavilaba. Sienna no insistió, sino que permaneció en silencio a la espera de una explicación.
-Bueno… es que es todo muy difícil de entender. La historia es muy larga y muy personal y no sé si… -pese a que necesitaba compartir con alguien aquel sentimiento que durante años la había controlado, no se animaba a hacerlo.
Había deseado contarle todo el día en que se conocieron, más aún después de la fiesta en la que conoció a Dean, sólo que tenía mucho miedo. No le había contado nunca a nadie lo que ocurrió aquella tarde en casa de tía Bianca y le preocupaba que no creyeran su versión. Cindy parecía tan buena, era tan querida por todos… y ella no era nadie.
Sienna le caía bien. Era buena chica y parecía de fiar, pero aún así, no la conocía lo suficiente. Jamás hubiera esperado el numerito de la fuente ni la borrachera de aquella noche, y mira…
La miró a la cara a la vez que caminaba y vio una verdadera preocupación en sus ojos. Ese fue el empujón que necesitaba.
-Si te lo cuento, necesito que me jures que no se lo dirás a nadie.
Sienna se llevó la mano al pecho, un poco teatrera pero muy seria.
-Te lo juro por mi madre, allá donde esté –no pensaba traicionar a su amiga, no después de lo bien que ésta se había portado siempre con ella.
Esperaba que con ese juramento, Abby comprendiera lo importante que era para Sienna y que siempre iba a poder contar con ella.
-Puff… verás… -empezó a contar.
* * * * *
Verano del 2007. Comida familiar en casa de Bianca. La artista, después de varios meses de gira por todo el mundo, había decidido invitar a toda la familia y a los amigos más cercanos para anunciar algo importante: su hija Cindy tenía pareja.
Hacía apenas dos meses que Cindy y Dean estaban saliendo, pero desde el primer día se habían compenetrado bien. Habían ido a la escuela juntos durante muchos años y siempre había existido entre ellos cierta atracción que superaba el cariño. Todos esperaban que esa pareja se formalizara algún día, aunque ellos aún eran jóvenes y la vida podía dar muchas vueltas.
La familia de Dean contaba con un buen fondo económico, por lo que formaba parte de los grupos sociales más selectos de la gran ciudad. Era habitual ver a su padre en numerosas celebraciones y eventos junto a estrellas de cine o magnates de distintos sectores. Bianca, sin embargo, no siempre era bien recibida en esas fiestas. Pese a ser una artista de renombre y poseer un capital cuantioso, sus orígenes eran modestos. Además, solía moverse por entornos de toda índole, muchos de los cuales no eran bien vistos por los componentes de la jet set estadounidense. Que Cindy comenzara una relación más allá de la amistad con Dean suponía no solo el inicio de una bonita historia de amor, sino la posibilidad de acercarse a las personas más influyentes del país.
La casa se había adornado con todo detalle y se habían preparado ricos manjares a gusto del paladar más exquisito. Nadie podía encontrar ni un solo detalle que criticar del evento. Si todo salía bien, esa fiesta se repetiría para un público mayor.
Cindy se encontraba sola, encerrada en su cuarto. Estaba muy nerviosa ese día. En esos dos meses, apenas había pasado un minuto a solas con Dean. Aunque ansiaba besar sus labios, los besos que se habían dado podían contarse con la palma de la mano. Ese día deberían besarse en público y ella entendía lo que eso significaba: expectativas, críticas, malicia. Todos esperarían un beso de película. No le extrañaba que incluso fotografiaran el momento.
Llevaba todo el día mordisqueándose las uñas y a último momento tuvieron que arreglarle la manicura porque se había quitado el esmalte. Sólo esperaba que Dean estuviera más tranquilo ya que sino la bomba de nervios acabaría por explotar en cualquier momento.
 Se había emparejado el pelo en un coqueto moño y lucía un vestido de princesa. Se miró en el espejo para intentar transmitirse confianza, pero no lo consiguió. Tenía que enviar un mensaje a Dean para saber cuánto le faltaba por llegar.
Tras teclear el contenido, envío el texto. Al otro lado de la pared oyó un teléfono sonar. ¿Era él?
Abrió la puerta y salió de la habitación. Junto a su dormitorio se hallaba la sala de música de su madre. La puerta estaba cerrada. Probablemente sólo le había parecido oír el teléfono, serían imaginaciones suyas. Aún así, agarró el pomo y abrió la puerta.
Justo al lado, pegados a la pared, Dean besaba, desenfrenado a una chica. La besaba como nunca la había besado a ella. El corazón le dejó de latir por un segundo. Un grito se le escapó entre los labios sin ella pretenderlo. Entonces, los amantes se giraron y la vieron por fin.
La mayor traición de su vida se desarrollaba ante sus ojos. Dean estaba besando a su mejor amiga, a la chica con la que había compartido toda su infancia, toda su vida. Besaba a Abby, su prima.
* * * * *
-Yo no quería hacerlo –prosiguió Abby-, pero no pude resistirme. Él me obligó. Cindy llevaba muy poco tiempo con Dean. Jamás la había visto tan enamorada, tan feliz. Un día su madre nos invitó a su casa a tomar algo con la familia de Dean. Cuando llegué a la casa, Bianca me dijo que Cindy estaba desquiciada y no quería salir de la habitación. Me rogó que subiera a hablar con ella y así lo hice.
“ Mientras subía las escaleras me topé con Dean. Iba guapísimo. Lo miré y él me devolvió la mirada. Usó conmigo “la mirada” y me atrapó. Dean siempre me había gustado. Era el chico guapo del colegio y todas íbamos detrás de él. Me preguntó si había visto a Cindy y le dije que no, que subía a buscarla. Él me dijo que ella no estaba en su habitación, que ya había mirado. “Igual está en la sala de música”, comenté, “a veces le gusta esconderse ahí y desconectar del mundo”. Nos dirigimos allí juntos.
“ Entramos a buscarla, pero no estaba. Me disponía a salir cuando él dio un salto hacia la puerta y la cerró con delicadeza. Se acercó a mí despacio, mirándome fijamente a los ojos, y me dijo que le gustaba. Me susurró que aunque estaba con Cindy, la que le gustaba de verdad era yo. Me quedé paralizada sin saber qué decir. Mi ilusión, el sueño que había tenido durante tantos años se hacía realidad. Él se acercó más a mí. Yo no podía hablar. Sabía que no podía, aunque por dentro quería besarle y gritarle que yo también lo quería. Conseguí pronunciar un “no”, pero él se siguió acercando. De nuevo me negué. No me escuchó. Intenté despegarlo de mí empujándolo hacia atrás, pero él era más fuerte que yo y no lo logré. Todo lo contrario, él usó su fuerza y me pegó contra la pared. Entonces me besó. Y ahí, en ese mismo instante, la puerta se abrió y apareció Cindy.
“ Intenté explicarle que no era lo que parecía, que todo era un malentendido. No me escuchó. Chilló y salió corriendo escaleras abajo. Desde ese día, no hemos vuelto a mantener contacto ni a dirigirnos la palabra. Le escribí un e-mail contándole mi versión. Jamás obtuve respuesta. A mí, que le fui leal, me sacó de su vida. A Dean, en cambio, lo mantuvo a su lado y siguen juntos.
“Ahora me culpa porque, desde ese día, ha sabido de mil infidelidades por culpa de Dean. Ella cree que yo fui la primera, y puede que lo sea, aunque no lo creo. A lo largo de los años él ha demostrado que no la valora lo más mínimo ni le importa lo que ella sienta. Para Cindy fui la primera, el desencadenante de sus problemas. No creo que nunca pueda perdonármelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario