lunes, 11 de octubre de 2010

Capítulo 13

-Menos mal que tienes la comida aquí, porque creo que estamos encerrados –comentó el muchacho, sin mostrar demasiada preocupación-. Por desgracia yo no tengo comida y, con la mañana tan ajetreada que llevo, no sé si voy a aguantar esta media hora sin echar la puerta abajo.
Sienna se rió de las palabras de Dean. El chico intentaba quitarle hierro al asunto de una forma muy coqueta. Sin darse cuenta, ella misma respondió a su coqueteo:
-Yo no tengo mucha hambre y el zumo es muy grande, así que si quieres podemos compartir la comida.
Dean clavó su mirada en los ojos color miel de Sienna. “La mirada”. La chica pensó en Abby; su amiga tenía razón, la mirada de ese chico era hipnotizante.
-Gracias, pero la comida sólo era una excusa. No sé si voy a poder soportar estar media hora encerrado con una chica tan atractiva.
Conforme las palabras acariciaban sus labios, la mano del chico se iba acercando al rostro de Sienna. Cuando sus dedos la tocaron, la chica sintió un escalofrío recorriéndole todo el cuerpo y un cosquilleo en el estómago. Ya no tenía hambre, ni ganas de ir al baño. En ese momento únicamente deseaba que esa media hora no acabara nunca y que la mano de Dean no se separara de su rostro.
Durante unos segundos no dijeron nada. El chico bajó sus dedos hasta el cuello y el roce, sutil pero seductor, la hizo estremecer. Después sus manos se enredaron en las ondas de su sedoso pelo, acariciándola con delicadeza. Ella, apoyada contra la puerta, lo miraba embelesada. Él, con la cabeza un poco agachada, no dejaba de provocarla.
Los labios del chico fueron acercándose poco a poco a los de Sienna. Su cabeza le gritaba que se echara a un lado, que se apartara. Pese a todo lo que le había dicho Abby sobre Cindy, la chica le había caído muy bien. Tal vez acabaran siendo muy buenas amigas, quién podía saberlo. Sin embargo, su corazón latía tan rápido, tan fuera de compás, que con sus latidos acallaban estos gritos. Su corazón deseaba que se acercara más, mucho más.
Les separaban apenas unos centímetros, tan pocos que notaba la respiración tranquila de Dean en su mejilla. Esos escasos centímetros y su conciencia, que le pedía que fuera fiel a sus principios y no cayera en las redes de aquel chico, provocaron que un caballo desbocado cabalgara en su pecho. Sienna tenía la plena convicción de que Dean podía ver su pecho bajar y subir apresurado.
Sus narices se estaban rozando. Sienna se dejó llevar y cerró los ojos, frunciendo los labios. Ya casi podía sentir el beso.
¡PUM! De forma inesperada, alguien abrió la puerta y el cuerpo de la joven, del que había perdido el control segundos antes, cayó hacia atrás con violencia. Al tener los ojos cerrados, el susto fue aún mayor. Afortunadamente, no llegó a golpearse la cabeza con el pomo de la puerta puesto que unos brazos rápidos y fuertes la cogieron antes de que la chica se hiciera daño.
El corazón de la joven, instantes antes loco por amor, ahora latía acelerado por el susto. Sienna se giró, aterrorizada, dispuesta a tirarse en los brazos de su salvador para agradecerle que a los arañazos de los codos no se uniera también una venda en la cabeza. Frente a ella se encontró una cara conocida.
-¡Matthew! –bajó los brazos enseguida.
¿En qué estaba pensando? ¡No podía abrazar al chico que la tenía agarrada entre sus brazos porque ese mismo chico era el que había roto la magia del beso y quien la había hecho caer en primer lugar. No tuvo tiempo de pensar nada más, puesto que la aparición del muchacho del avión la impactó de veras. ¿Qué hacía ese chico ahí?
Matthew la soltó tan pronto como vio la cara de sorpresa de la chica y entró a la clase, cerrando la puerta tras de sí.
-¡Sienna! ¡Qué sorpresa verte! Tenía el presentimiento de que no tardaríamos mucho en volvernos a encontrar, aunque nos visualizaba en otros sitios diferentes a la escuela. ¿Estudias aquí?
Sienna afirmó con la cabeza.
-Entonces nos veremos de vez en cuando, ya que tenemos algunas clases juntos. Quería entrar al aula para esperar tranquilo hasta la clase de literatura. ¿Te importa si me siento a tu lado?
-Lo siento, pero ya tengo pareja y no creo que a Cindy le haga mucha gracia que la deje tirada. Además, todavía queda mucho rato de descanso, no deberíamos estar aquí dentro.
Al oír el nombre de su novia, el rostro de Dean se ensombreció. A Sienna le pareció oír incluso un resoplido.
-Hablando de descanso, voy a salir a comprar algo que comer. Nos vemos en clase, chicos –la voz de Dean ya no era atractiva y dulce, sino seria.
-Yo también tengo que irme. Necesito que me de un poco el aire –la joven no mentía, ya que estaba acalorada y nerviosa.
Echó a andar tras de Dean, pero este ya se había perdido por alguno de los laberínticos pasillos del colegio.
Siguiendo las señas del mapa, se dirigió al cuarto de baño. Al llegar a al altura de la puerta, esta se abrió y Cindy salió del interior del aseo. La chica la dejó pasar y le dijo que la esperaría fuera. Sienna se sintió aún más culpable por haber estado apunto de besar a su novio y se prometió a sí misma que no dejaría que ese momento volviera a repetirse, por mucho que le pesara.

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