La vida tiene
un extraño sentido del humor. ¿Cómo, sino, podía ser posible la dualidad del
tiempo? Tan cortos los minutos cuando eres feliz, cuando estás pletórica de
alegría y quieres comerte el mundo, y tan largo al mismo tiempo cuando estás
sufriendo, cuando lloras, cuando tienes frío en el alma y el corazón te pende
de un hilo.
Abby estaba
convencida de ello. La vida, al menos la suya, había dado un vuelco en los
últimos días y apenas se reconocía en el espejo.
Durante muchos
años, había sabido cuál era su lugar en el mundo. No había dudado ante el
armario al comienzo de un nuevo día, ni se había cuestionado los pasos que la
habían llevado hasta muy diversas situaciones. Era la alumna perfecta,
trabajadora y atenta, silenciosa pero interesada, motivada por aprender y
lograr metas inalcanzables. También era un buena hermana, o al menos intentaba
serlo, por mucho que de vez en cuando su hermana pequeña la sacara de quicio.
Como amiga procuraba estar siempre ahí, no juzgar a las personas que quería ni
regañarlas diciendo “te lo avisé”.
Sí, de acuerdo,
una vez cometió un error, y no uno pequeñito, sino una terrible: besó al novio
de su mejor amiga, de su prima, sangre de su sangre, de Cindy. Era consciente
de que aquella fue la mayor equivocación de su vida, por eso se castigó durante
años permaneciendo a un lado, viendo la vida de los demás avanzar mientras ella
seguía sola y perdía, dolida con el pasado y con aquel chico que la conquistó
con una mirada tan solo para engañarla y hacerla sufrir. Por fortuna, el paso
de los años y la aparición de Sienna en su vida, junto al descubrimiento de los
problemas de Cindy, la habían ayudado a resolver su cuenta pendiente con su
prima y a dejar atrás ese desagradable recuerdo. A fin de cuentas, por más que
quisiera ser buena persona, Abby era humana y por ello erraba.
Esa tarde, sin
embargo, se encontró totalmente indefensa y perdida por primera vez. Cuando las
cuatro muchachas se pusieron en pie en el salón de la casa de Alfa Delta Pi,
vio que de nada habían servido sus buenos gestos del pasado ni su esfuerzo por
tratar bien a los demás. En ese momento, su futuro quedaba en manos de esas
desconocidas, esas cuatro chicas que tenían la potestad de incluirla en un
mundo desconocido a la par que excitante, las mismas que, probablemente,
deberían decir adiós en el último momento a una de las cinco candidatas.
Sus temores se
agravaron aún más cuando la primera de las jóvenes dio un paso al frente y
entregó su camiseta a Yuri. Su compañera de habitación tenía el rostro
contenido y los ojos brillantes de emoción. Pese a los nervios, Abby no pudo
contener la pequeña sonrisa que se formó en sus labios al darse cuenta de que
era la primera vez desde que se conocían en que la coreana estaba seria.
La segunda
chica repitió el ritual y entregó la camiseta rosa a una de las recién
llegadas. Así ocurrió con la tercera, que se dirigió a la otra desconocida.
Solo quedaba Brooke en pie y tanto Sienna como ella seguían sin camiseta.
Los segundos
que transcurrieron hasta que la atractiva morena depositó su camiseta en manos
de una de las dos chicas le parecieron eternos.
Bumbum, bumbum, bumbum, bumbum.
Su corazón
latía cada vez más rápido y descontrolado. La sangre corría tan deprisa que de
pronto se notó sofocada y con mucho calor. Sin necesidad de llevarse las manos
a las mejillas, supo que se había sonrojado.
Frente a ella,
Brooke sonrió y por un momento tuvo la esperanza de que fuera hacia ella. Por
un momento, el mismo instante en que Sienna la agarró de la mano
silenciosamente y se la apretó con fuerza, haciéndole saber que estaba ahí, que
no la dejaría fuera de la hermandad por nada del mundo.
Entonces,
mientras Brooke daba el primer paso hacia las dos muchachas y alargaba el brazo
al frente, fue cuando sintió que el ritmo del tiempo se rompía, puesto que los
segundos duraban horas y los minutos siglos. Y es que, para su sorpresa y la de
su mejor amiga, Brooke Jaeger hizo entrega de la camiseta que la reconocía como
miembro de Alfa Delta Pi… a Sienna.
* * * * *
La española no
supo cómo reaccionar cuando Brooke la abrazó con gran entusiasmo como si
acabara de ganar el mundial. ¿Le devolvía el abrazo, ilusionada, y sonreía? ¿Se
separaba de ella de un empujón tras recordarle que no quería ser una Alfa si
Abby no estaba con ella? ¿O se echaba a llorar ante semejante encrucijada?
Al no saber qué
era mejor ni qué le pedía el corazón, Sienna no hizo nada. Y no se equivocó,
puesto que lo que ocurrió a continuación le demostró que se habría arrepentido
de actuar si hubiese rechazado su plaza en la hermandad.
La casa se
quedó en silencio. Las dos chicas que habían recibido su camiseta justo antes
que ella daban saltitos de alegría a su lado y se mordían las uñas. En cambio,
Yuri y Sienna miraban con atención a Abby, que se hallaba paralizada y pálida.
Toda esa sangre que había recorrido agitada su cuerpo minutos antes había desaparecido
y la había convertido en un ser frío y quieto, un cuerpo sin alma.
-Abby… -escuchó
una voz por detrás de Brooke.
La joven volvió
el rostro muy despacio hacia el lugar del que provenía su nombre, aunque apenas
escuchaba ya.
-Abby –repitió
la voz, y esta vez sí alcanzó a ver quién la llamaba: era Sophia.
La presidenta
de Alfa Delta Pi acababa de levantarse del sofá en el que había estado sentada
durante todo el rito de iniciación y se había acercado a ella. En cuanto llegó
a su lado, sin decir nada, la abrazó con ternura.
Sospechó que se
estaba despidiendo de ella, que iba a disculparse con ella por haberle creado
falsas esperanzas y por haberla dejado fuera en el último momento. No había
ninguna otra opción, ¿verdad?
-Tu caso ha
sido diferente al de las demás –señaló la rubia.
¡Y tanto que
había sido diferente! ¡La habían hecho tragarse todo el espectáculo para
cerrarle la puerta en las narices!
-De entre todas
las aspirantes con las que hablamos en la primera ronda de evaluación, tú
fuiste diferente. Vi en ti algo distinto. No sabría decir qué, pero puedo
asegurarte que la forma en la que hablaste de nuestra hermandad y la ilusión
que había en tus ojos me conmovió. Reconocí un deseo profundo y puro por
descubrirte a ti misma y por vivir una nueva vida, por dejar atrás la imagen
preconcebida que tenían de ti los demás. Tuve dudas, no voy a mentirte, porque
son muchas las chicas a las que entrevistamos cada año y en todos los casos
debemos reflexionar antes de tomar una decisión. Sin embargo, en nuestro
segundo encuentro me las despejaste todas, porque seguí notando en ti algo
especial, ese algo que todas las hermanas de Alfa Delta Pi tenemos.
Abby contuvo la
respiración, ansiosa por saber cómo terminaba acababa aquella perorata.
-Abby
Middleton, veo en ti la bondad, la ilusión y el valor de una Alfa, al mismo
tiempo que el cariño y la generosidad de una hermana. Por eso, hoy, ante toda
la hermandad, te pido que me des el honor de ser tu hermana mayor.
La respuesta se
le escapó de los labios sin necesidad de meditarla, junto a una enorme y
completamente sincera sonrisa.
-Sí. Será un
placer.
* * * * *
Una vez que el
rito de iniciación hubo tocado a su fin, las jóvenes que no habían escogido
hermana pequeña se despidieron de las nuevas y se dispersaron por la casa. Un
grupito se metió en la cocina a preparar la cena mientras otras echaban a
correr escaleras arriba para ser las primeras en entrar en la ducha. Alguna
incluso se fue a dormir, a pesar de que aún era temprano.
Las cinco
nuevas, sin embargo, permanecieron en el salón charlando con sus respectivas
hermanas mayores. Brooke y Sophia, que tenían una relación de amistad muy
especial, decidieron salir al jardín trasero de la casa para poder conocer a
Abby y Sienna más tranquilamente.
Las cuatro
muchachas salieron del edificio y tomaron asiento en un gracioso banco de
madera que colgaba de un hierro convirtiéndolo en un columpio. Juguetearon un
rato para romper el hielo y pronto se encontraron hablando como si se
conocieran de toda la vida.
-Venga, contadnos
algo más sobre vosotras –exclamó Brooke al mismo tiempo que bajaba del balancín
de un salto-. ¿Tenéis novio, novia, alguien especial…?
Todas se
rieron.
-Yo tengo novio
–contó Sienna-. Llevamos saliendo ya unos meses y soy muy feliz con él, pero
ahora mismo llevamos la relación a distancia y a veces me da un poco de miedo
que los kilómetros entre los dos hagan mella en lo nuestro y que acabemos
rompiendo.
Las dos
veteranas de la hermandad intercambiaron una mirada muda, cómplice.
-No te
preocupes por eso –la animó Sophia-. La distancia solo servirá para demostraros
que vuestra relación es más fuerte de lo que creíais y que podéis con todo.
Además, si lográis salir adelante… ¿qué otra cosa va a conseguir separaros?
¡Nada! Esta es la prueba de fuego de que estáis destinados a estar juntos.
La española
alzó la ceja al escuchar las últimas palabras, tan similares a la letra de la
famosísima canción de Matthew. ¿Sabían acaso quién era? Sacudió la cabeza
ligeramente para borrarse aquel pensamiento de la mente, aunque la sombra de la
sospecha seguía flotando sobre ella.
-¿Y tú? ¿Tienes
algún amigo especial? –se interesó por saber Sophia, que se dio cuenta de que
Sienna no parecía muy cómoda.
-No –dijo Abby.
-¿Hace mucho
que no estás con nadie? –preguntó la vicepresidenta.
Abby se
sonrojó.
-La verdad es
que nunca he estado con nadie.
Brooke, que
había vuelto a sentarse en el columpio y balanceaba el banco adelante y atrás a
buen ritmo, paró de golpe.
-¿Nunca has
estado con nadie? –la otra chica negó con la cabeza-. ¿Nunca, nunca? ¿Ni besos
ni nada?
-A ver, besos
sí he dado –Abby se preguntó si no debería dejarlo más bien en singular, beso,
pero no se corrigió; no quería que las demás se burlaran de ella-, pero nunca
he tenido novio ni nada serio con ningún chico.
-¿Y eso? ¿Es
que no te gusta nadie? –siguió Brooke-. Eres una chica muy mona y no deberías
tener problemas para que un chico se fijo en ti.
-Sí que le
gusta alguien –salió a socorrerla Sienna, aunque Abby le lanzara una mirada de
odio en ese mismo momento-, ¿no?
-Bueno, sí…
Antes no me gustaba nadie, pero el primer día que llegamos a San Diego conocí a
un chico y… no sé, es muy guapo y simpático. Me gustaría conocerlo un poco más.
Sophia sonrió;
su amiga, emocionada ante la inexperiencia de Abby, dio un corto aplauso.
-¡Genial! ¿Cómo
os conocisteis? ¿De dónde es? ¿Qué estudia? ¡Cuenta, cuenta!
-No sé mucho de
él –reconoció Abby-, solo que está en una fraternidad y que parecía buen chico.
Al ver que su
hermana pequeña estaba algo azorada, Sophia decidió liberarla del escrutinio de
la morena.
-Si es de una
fraternidad te ayudaremos a conocerlo y, si tú quieres, a conquistarlo –le
guiñó un ojo-. Este fin de semana se va a celebrar el Medieval Weekend y todas las hermandades y fraternidades de la
Universidad de San Diego estarán allí, así que tendrás una oportunidad
magnífica de volverle a ver.
Abby sonrió,
nerviosa. Llevaba varios días pensando en Nathan y preguntándose cuándo y dónde
se reencontrarían, si es que el destino les daba esa oportunidad, pero no
esperaba que fuera tan pronto.
-Pues yo no
tengo novio –comentó Brooke, desviando el foco de atención hacia ella-. He
estado con varios chicos, he catado un poco de cada fraternidad –todas soltaron
una carcajada ante el desparpajo con que se expresaba-, pero aún no he
encontrado a mi media naranja ni a mi medio limón. Tal vez algún día tenga la
suerte de encontrar a mi otra mitad, como le pasó a Sophia, y deje de ir de
flor en flor, pero mientras tanto… ¡a vivir la vida que son dos días!
-Entonces tú sí
tienes pareja, ¿verdad? –preguntó Sienna.
-Sí –dijo la
presidenta de la hermandad-. Hace poco menos de un año que estoy saliendo con un
chico y… bueno… la verdad es que creo que será para toda la vida –una
sonrisilla tonta se le pintó en los labios.
-¿También él
está en una fraternidad?
-Sí, en Alfa
Omega –contestó.
-¡Anda, en Alfa
Omega! ¡Como el amor platónico de Abby! –bromeó Sienna.
A su lado, su
amiga se sonrojó de nuevo, pero esta vez, más tranquila y a gusto con las otras
chicas, no se quedó quieta, sino que se acercó a ella y le echó las manos al
cuello amenazándola en broma con ahogarla.
-Vale, vale. Me
callo.
-¿En Alfa
Omega? Conozco a varios chicos de esa fraternidad ¿Quién es? –quiso saber
Sophia.
Abby fue a
abrir la boca para responder, pero en ese momento escucharon un escalofriante
chillido llegar desde el interior de la casa. Sin dudarlo ni un instante, las
cuatro salieron corriendo en dirección al edificio.
No tardaron
demasiado en descubrir de qué sala había provenido aquel grito, puesto que la
cocina estaba repleta de muchachas. Se abrieron paso entre ellas y Sophia, que
iba en cabeza, vio qué había ocurrido.
Yuri y su
hermana mayor estaban cubiertas de sangre de los pies a la cabeza.
¿Que ha pasado a dentro? No puedes dejarnos con la intriga. Que guay que las 3 esten en la fraternidad y el novio de Sophia seguro que es el chico del que Abby esta enamorada. Pero quiero saber por que estan Yuri y su hermana mayor cubiertas de sangre
ResponderEliminarYo pienso lo mismo! ¿Que ha pasado con Yuri?
ResponderEliminarY si, lo más seguro y lo que daria mucho juego es que Nathan fuera el novio del que hablan. Me encantan esos "dramas" con un final feliz, ¿Verdad?
o.O Me has dejado así *______________* ¿Seguro que era sangre? A lo mejor se es rompió un bote de tomate y le cayó por encima xDDD Jo,yo no aguanto una semana por saber que ha pasado T.T
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