-Dios mío…
-rezó Abby al presenciar la trágica escena, al mismo tiempo que se llevaba la
mano derecha al corazón como si creyera que de ese modo iba a evitar que
volviera a darle un vuelco-. ¿Qué ha pasado? ¡Yuri! ¿Estás bien?
Se abrió paso a
empujones entre las chicas que observaban a las dos jóvenes tiradas en el suelo
sin reaccionar. No obstante, antes siquiera de alcanzar a su mejor amiga, una
estridente carcajada retumbó en la habitación. Con el semblante serio, echó la
vista atrás y contempló cómo Sophia se retorcía de risa en el umbral de la
puerta.
-¡Mira que eres
bruta, Steph! ¡No se te puede dejar sola!
Asombrada por
las risas de su recién nombrada hermana mayor, Abby tomó la palabra.
-¡Pero no te
quedes ahí mirando! ¡Ven a ayudarnos! ¿O es que no ves que están cubiertas de
sangre?
Ante sus
palabras, la presidenta de la hermana se carcajeó una vez más.
-¿Sangre? ¿Qué
sangre? –intervino la rubia, dando un par de pasos al frente-... ¡Si es ketchup!
Para corroborar
que no se equivocaba, limpió una de las manchas rojas de la mejilla de su compañera
y acto seguido se lamió el dedo hasta dejarlo totalmente limpio.
-¿Ves? Salsa de
tomate, solo es eso.
Todavía
aturdida en el suelo, Yuri dejó entrever una sonrisa tímida.
-Stephanie me
dijo que las guerras de ketchup formaban parte de la tradición… -intentó
excusarse la coreana.
Las chicas que
aún las rodeaban rieron también y Abby se relajó un poco.
-La verdad es
que sí, es una tradición suya –apuntó Brooke-. Cada vez que encuentra una
hermana pequeña la lleva a cabo… ¡y esta ya es la tercera vez!
La aludida le
guiñó un ojo, cómplice, pese a no formular palabra.
-¡Déjate de
guiños! –le riñó cariñosamente Sophia-. Ahora mismo te pones a limpiar este
desastre y que no se te ocurra acostarte antes de haber dejado todo limpio como
una patena.
La presidenta
se volvió hacia las novatas, suavizó la voz y se despidió de ellas.
-Bueno, chicas,
con esta lluvia de tomate damos por zanjada la jornada de iniciación. Espero
que la hayáis disfrutado y que estéis orgullosas de haber sido aceptadas por
Alfa Delta Pi, puesto que nosotras lo estamos de contar con vosotras en
nuestras filas. Ahora es el momento de regresar a los dormitorios, daros una
ducha antes de dormir –sonrió a Yuri, que ya se había levantado del suelo pero
que aún tenía ketchup por todas partes- y descansar para hacer frente a los
últimos días antes del inicio del curso. Os veo a todas este sábado en el Medieval Weekend. ¡Buenas noches!
* * * * *
Los días
pasaron volando tras aquella primera toma de contacto con la vida de las
hermandades. Prácticamente a diario, las inseparables Yuri, Abby y Sienna se
dejaban caer por la casa de Alfa Delta Pi para visitar a sus compañeras,
conocer mejor a sus hermanas mayores y rellenar esas horas libres que tan
largas les parecían en ese momento pero que tanto añorarían en cuanto empezaran
las clases.
El sábado a media
tarde, agotadas por haber pasado gran parte del día caminando de un lado a otro
por el centro comercial abierto Fashion Valley, Abby y Sienna entraron en la
habitación de la americana cargadas de bolsas y se dejaron caer al mismo tiempo
sobra la cómoda cama individual. Sentada frente a ellas, con la mirada clavada
en el ordenador, las esperaba Yuri.
-Creía que ya
no veníais –bromeó mientras tecleaba un largo mensaje a alguien a través de
Facebook.
-Créeme: no
eras la única –señaló Sienna, entre risas.
Y es que esa
misma mañana, a las ocho y media, Sophia y Brooke se habían presentado en la
puerta de sus respectivas hermanas mayores con un vaso de café caliente y un baggel de queso cremoso para darles los
buenos días y arrastrarlas con ellas en una interminable jornada de compras.
-¡Vaya, parece
que habéis arrasado! –exclamó la compañera de cuarto de Abby al ver el gran
número de bolsas de todo tipo, color y material que se apilaban sobre la cama-.
¿Qué os habéis comprado, todas las tiendas?
-No, pero casi.
Sophia estaba emocionadísima con la idea de que esta noche iba a reencontrarme
con el “misterioso” chico de Alpha Omega –después del momento de confesiones en
el columpio, la presidenta no había vuelto a preguntarle el nombre del chico y
ella tampoco había querido decírselo voluntariamente- y ha insistido en que me
probara ropa en todos y cada uno de los locales. Me ha ayudado a escoger el
traje para esta noche…. ¡y es precioso!... pero también me ha terminado por
convencer para que tirara de tarjeta y cambiara prácticamente todo mi armario,
además de para comprar muchas cosas que no eran necesarias.
-Como un collar
de búho con plumas rosas o dos pintauñas color azul celeste –afirmó la
española.
Todavía
tumbada, Abby le dio un toque en el hombro a su amiga fingiendo estar
indignada.
-¡Eh, qué pasa
contigo! ¡Fue a hablar la señorita que nunca compra, como si ella se hubiera
quedado corta!
-¡Por supuesto!
A ver qué te vas a crees, que yo también tengo una hermana mayor para que me
aconseje que ponerme para nuestro primer acto en sociedad, aunque esta no sea
la presidenta de nuestra hermandad –se rió.
-¿Te has
comprado un vestido para esta noche? –preguntó Yuri-. ¡Si yo pensaba que ya
tenías uno!
El día antes,
las tres chicas habían estado probándose todas las prendas de fiesta que habían
llevado con ellas a la universidad y valorando qué tal iban con cada uno.
Después de muchas vueltas, Abby descartó toda su ropa y tuvo que terminar por
aceptar que lo mejor sería comprar algo nuevo. Yuri, por su parte, anunció que
para la fiesta medieval pensaba ponerse un elegante vestido de su madre de
trazos orientales.
Sienna, sin
embargo, no sabía qué hacer. Sus dos amigas repitieron mil veces que iba
preciosa con el último vestido que se había probado, uno gris con una franja
blanca y otra rosa pastel, pero no lograron convencerla. Ese vestido le traía
demasiados recuerdos, memorias de una noche de desfile en un famoso hotel
frente a Central Park, rodeada de modelos y famosos. Una noche donde rió, lloró
de tristeza, de alegría, descubrió un terrible secreto y donde por primera vez
besó al amor de su vida, a quien echaba muchísimo de menos.
-Sí, me he comprado
otra cosa más pomposa y de época –respondió borrando de su mente las distintas
imágenes de aquella noche.
-¡A ver,
enséñamelo! –pidió Yuri.
-¡Nada de eso!
–contestó Sienna-. Igual que el resto del mundo tendrás que esperar un par de
horas para poder verlo.
-¡Venga,
chicas! –imploró la coreana con las dos manos unidas como si orara.
-No seas
pesada, anda –dijo Abby, sonriendo-. Es una sorpresa, y las sorpresas pierden
la magia si se descubren antes de tiempo. Aún tendrás que esperar un rato,
aunque no mucho si empezamos ya a arreglarnos.
-Pues
pongámonos a ello, ¿no? –sugirió su compañera de dormitorio-. Vete corriendo a
la ducha y lávate ya el pelo, que sabes que tardas siempre una hora.
-Doy fe
–intervino Sienna, en tono jocoso-. Venga, princesa medieval, ¡a la ducha!
Abby les sacó
la lengua antes de darles la espalda y dirigirse al cajón del armario donde
guardaba las toallas para el cuarto de baño. Con una grande y otra un poco más
pequeña en la mano, se despidió de las dos y salió de su habitación para
encaminarse al aseo conjunto que había para toda la planta.
-Yo también voy
a arreglarme –comentó la española-. Aunque por lo general yo no tarde una hora,
no quiero que se me haga tarde. ¿Tú no vienes?
-Ahora dentro
de un rato. En este momento tenga al otro lado de la webcam a mi madre y no puedo empezar a arreglarme hasta que ella se
marche.
-Que te sea
leve –murmuró Sienna muy bajito para que la mujer no la escuchase.
Yuri sonrió un
poco triste, consciente de que realmente la chica la envidiaba por la buena
relación que mantenía con su madre, con quien habla un par de veces a diario.
-Nos vemos más
tarde –la despidió, clavando la mirada en la pantalla del ordenador otra vez.
En ella, una
señora de largo y sedoso cabello oscuro de una extrema elegancia y
majestuosidad la observaba con el rostro serio.
-Ya estoy
contigo, mamá –la saludó nada más colocarse los cascos-. La charla de hoy tiene
que ser breve, que tengo que ponerme guapa para esta noche.
La mujer de la
imagen abrió la boca y dijo unas cuantas palabras.
-Sí, mamá, es
el Medieval Weekend, nuestro primer
evento oficial como miembros de una hermandad universitaria –más palabras al
otro lado de la pantalla-. Ojalá tengas razón y todo salga bien. Tengo muchas
expectativas puestas en esta fiesta.
Me ha gustado el capitulo. Quiero leer que tal se lo pasan en la fiesta y si Abby se reencuentra con su chico. Seguro q es el novio de su hermana mayor ;)
ResponderEliminar¡LO SABÍA,LO SABÍA!xDDD Me encanta, a ver si subes más pronto :3
ResponderEliminar¡Me encanta el capitulo! Una pregunta, las ideas que sacas para la hermandad, lo del ketchup y demás, ¿se te ocurren a ti o has "leido" sobre ello?
ResponderEliminarSigue así, porque esta historia es de las mejores que ahi ahora en los blogs. ^^
Hola Vicky! La mayoría de cosas que saco de las hermandades, como los distintos pasos para entrar en una, son reales (estudié en Estados Unidos un tiempo y me traje un panfleto de información sobre su funcionamiento). Los detalles menores, como lo del ketchup o los tipos de fiestas a los que van a asistir, me los invento jejej.
EliminarUn beso y gracias por el comentario ;)