viernes, 21 de enero de 2011

Capítulo 49

Tras el encuentro con Dean en la heladería, Sienna estaba confusa. Cuando llegó a casa el domingo por la noche, se apresuró a conectarse al Messenger para contarles a sus amigas todo lo que había ocurrido, pero ya era tarde y todas se habían marchado a dormir. Apagó el ordenador y se tumbó sobre la cama.
Antes de volar a Estados Unidos, Sienna había conocido a muchos chicos. No era la primera vez que se fijaba en un joven con novia, como tampoco era la primera vez que un chico le aseguraba que iba a cortar su relación por ella, dándole alas a la esperanza de estar juntos algún día. Hasta entonces, nunca había creído esas promesas y había hecho bien. A la mínima señal de estar entrometiéndose en una relación de pareja, Sienna desaparecía, con la certeza de que ningún chico que mereciera la pena engañaría a la persona a la que supuestamente amaba. Sin embargo, ahora comenzaba a dudar.
Dean no había expresado en ningún momento sentir por ella nada más que amistad. Sí, tonteaban mucho y le decía cosas muy bonitas cuando estaban solos, pero eso no significaba nada. Tras ese beso frustrado el primer día de clases, no había mostrado ningún tipo de interés romántico por ella y, con el paso del tiempo, Sienna se empezaba a plantear si ese instante en que casi se besaron no formaba parte de su imaginación. Sin mostrar un interés especial, le había confesado sus verdaderos sentimientos hacia Cindy, le había ayudado a comprender por qué actuaba del modo en que lo hacía.
A pesar de las advertencias de Abby y de las lamentaciones de Cindy, confiaba en Dean. Sabía que no había excusa para que el chico engañara a su amiga, para que no la respetara y le hiciera pasarlo mal tantas veces. Y aún así se encontraba tumbada en la cama con una sensación en el pecho que le indicaba que lo entendía, que aceptaba todo lo que Dean había hecho para lograr sentirse vivo, para ser feliz.
Al mismo tiempo, albergaba la ilusión de que las cosas cambiaran. Si Dean no estuviera con Cindy, si no hubiera ninguna chica más… ¿podría ella…? ¿Querría él…?
Se enfadó consigo misma por encontrarse en la misma tesitura que todos los domingos desde que llegara a Nueva York: dándole vueltas a todo y comiéndose la cabeza. Se le vino a la mente el rostro de Merche riñéndola, con un dedo amenazador en el aire: “no te ralles tanto por tonterías que un día te va a salir una úlcera”. Una risa se le escapó de entre los labios.
Se levantó de la cama y cogió el reproductor de música. Tenía ganas de que las canciones la liberaran y la hicieran olvidar. “Mañana será otro día”. Lo que tuviera que pasar… ya pasaría.
* * * * *
 En otro lado de la ciudad, Cindy lloraba desconsolada, abrazada al enorme almohadón de plumas. Varios miembros del servicio se acercaron a comprobar que se encontrara bien. Los echó fuera de su cuarto con un gruñido sin palabras, un grito cansado y herido.
Se preguntaba qué debía hacer, cómo comportarse al día siguiente. Se sentía traicionada, dolida, engañada por dos personas a las que, de formas diferentes, apreciaba. La traición se repetía y esta vez no quería equivocarse.
* * * * *
La mañana de aquel lunes de septiembre llegó cargada de ilusión, repleta de esperanza. Mientras Sienna se arreglaba frente al espejo del cuarto de baño, intentaba organizar sus sentimientos. Con un poco de maquillaje ocultó un granito que le había salido en la frente y procuró deshacerse de la idea agridulce de que, tal vez ese mismo día, Dean volviera a estar soltero. Dulce para ella, amarga para Cindy.
Se calzó unos zuecos grises de tacón para acompañar al vestido del mismo color que llevaría al colegio. Por si las moscas, quería lucir tan guapa como fuera posible. Se anudó el pelo en una cola alta, con esmero, y decoró el peinado con una bonita diadema negra con un enorme lazo. Una vez que la imagen del espejo le pareció adecuada, agarró el bolso y salió a la calle.
Conforme caminaba hacia la escuela, agradeció que los tacones le impidieran moverse más rápido, ya que de lo contrario sus ganas de volver a ver a Dean la hubieran hecho llegar a clase la primera. A su alrededor, todo parecía normal. Unos niños charlaban animadamente en la puerta, una chica hablaba por teléfono antes de apagar el móvil y cruzar las puertas del edificio. Nadie parecía sentir, como ella, que aquel día podía ser especial, único.
Llegó a la puerta de la clase. Antes de entrar, se colocó un poco el vestido y estiró bien el cuello para aparentar más altura. En el interior del aula ya había algunos alumnos. Ni Dean ni las primas habían llegado, por lo que se sentó en su pupitre y dejó las cosas sobre la mesa. Poco a poco la clase se fue llenando. Lauren, con cara de cansancio, pasó junto a su mesa y la saludó con poca energía. Cuando la profesora de la primera clase llegó, sus amigos seguían sin venir.
La mañana fue avanzando tranquila y monótona. Sin poder hablar con Cindy ni observar con disimulo a Dean, a tan temprana hora no había mucho más que hacer que no fuera luchar contra las palabras arrulladoras de los profesores que pretendían dormirla.
Cuando My Way de Sinatra anunció el tiempo del recreo, el profesor fue el primero en abandonar el aula, apresurado para no retrasar el comienzo de una reunión del departamento. Al igual que el resto de sus compañeros, Sienna echó mano al bolso para extraer el almuerzo. Notó una presencia tras de sí, pero antes de poder girarse a descubrir de quién se trataba, dos manos le taparon los ojos.
-Adivina quién soy –la voz del cantante, tan alegre como siempre, lograba sacarle la primera sonrisa de la mañana.
-¿Eric? ¿Paul? ¡No, espera, espera! ¡Eres el señor Richmond! –exclamó Sienna, de broma.
Matthew la soltó. Fingiendo indignación comentó:
            -¿Qué pasa, que tengo voz de tener sesenta años o qué?
            Sienna observó de reojo que Dean también había llegado a clase. Seguramente habría tenido que trabajar con su padre. El joven le sonrió con cariño desde su mesa, donde se encontraba descargando una mochila repleta de libros.
            La joven volvió la cara hacia Matthew para continuar la broma. Apenas había comenzado a hablar cuando, tras del chico, vio aparecer a sus dos amigas, tan calladas como de costumbre.
            Cindy se dirigió con paso rápido hacia ella. Sienna levantó la mano para saludarla, pero no le dio a tiempo. Su amiga, seria y con aire enfadado, había alzado también su mano, aunque no precisamente para saludarla. Sin mediar palabra y ante gran parte de los alumnos del último curso del St. Patrick’s, Cindy le dio una bofetada.

4 comentarios:

  1. Holiip!
    Uff! Parece que Cindy reacionó bastante agresiva (normal... ) Ai... Sienna, Sienna, te estas metiendo en una muy gorda... Y todo por meter las narices en donde no te llaman.
    Me da la ligera impresión de que le va a liar parda en esa clase.
    La continuación tiene toda la pinta de ser muy interesante. Estoy deseando leerla ya! =)

    Bye ^^

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  2. por favor publica la siguiente ya! estoy siguiendo el blog desde ace dos dias y ya lo he leido todo! Espero que Sienna sea inteligente, por favor no hagas que termine con Dean!

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  3. dioss que momento¡¡ sienna se esta metiendo en demasiados problemas ufff

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  4. Estoy deseando de que publiques el siguiente capitulo!
    Me encanta...estoy muy enganchanda:)

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