Cuando Sienna
entró en la habitación de su mejor amiga, la encontró llorando a lágrima viva,
desconsolada.
-¡Abby! ¿Qué te
pasa? –cerró la puerta de golpe y salió corriendo hacia la cama de la chica.
Su respuesta
fue un sollozo incomprensible.
-No recuerda
nada de anoche –explicó Yuri, que llevaba consolando a la neoyorquina más de
una hora.
-¿Por qué no me
habéis llamado? –las regañó la española-. De haber sabido que había una crisis
habría venido antes.
No mencionó que
ella traía a cuestas su propio drama. Sabía que Abby la necesitaba y quería
apoyarla sin que se preocupara por algo que tal vez fuera una tontería, pero no
podía dejar de pensar lo que había leído en esa revista tirada en el escritorio
de su compañera de cuarto.
-¿Por qué hice
esa tontería, Sienna? Yo, que siempre he defendido que ningún chico merece las
lágrimas de una mujer.
-¡Ey, pequeña!
–le prodigó un abrazo tierno-. Todos nos equivocamos. ¿Recuerdas la fiesta de
bienvenida, el año pasado, cuando me metí en la habitación de los siete minutos
en el paraíso, me lié con Dean sin saber que era él y luego me emborraché hasta
tal punto que me tuvisteis que sacar de una fuente?
A su lado, la
coreana escuchaba la conversación de las dos chicas con la boca abierta,
atónita ante aquellas historias.
-Me equivoqué.
Cometí un error terrible, y después volví a meter la pata hasta el fondo cuando
besé a Dean en los Hamptons. Tú mejor que nadie sabes lo mal que actué y lo que
me costó perdonarme el daño gratuito que le hice a Cindy. Me sentía fatal
conmigo misma, pero tú no me diste la espalda. Estuviste ahí para ayudarme a
salir de el hoyo y para hacerme ver que somos jóvenes y podemos equivocarnos,
que tenemos que cometer errores para aprender y ser mejores personas,
¿recuerdas?
Abby asintió
con un movimiento de cabeza.
-Pues ahora es
el momento de que te apliques tus palabras. Abby, me diste los consejos más
inteligentes que jamás he recibido. Solo tenemos una vida y hay que vivirla a
tope. Sí, fuiste una tonta enrollándote con ese tío, vale, ¡pero no mataste a
nadie! No le des más vueltas a todo esto porque acabarás por volverte loca y no
merece la pena.
-Dar consejos
es fácil –reconoció su amiga a la par que se secaba las mejillas empapadas de
lágrimas-, pero aplicárnoslos no tanto. Además, me sacaste del cuarto de baño,
donde solo estábamos ese chico y yo. ¡Sabe Dios qué habré hecho!
Yuri, que
jugueteaba con los rizos de la joven para intentar tranquilizarla, intervino en
la conversación.
-Ya te he dicho
que no tuviste tiempo de hacer nada. Sienna te sacó del aseo enseguida.
-Es verdad
–admitió esta-. Zach me convenció para entrar a buscarte pocos minutos después
de que entraseis, así que es imposible que pasara nada.
-Pero… recuerdo
cómo me acariciaba y cómo me tocaba por algunas partes…
-No-pasó-nada
–silabeó Sienna mientras agarraba la cara de Abby entre sus manos y la miraba
fijamente a los ojos-. De todas formas, si te quedas más tranquila, podríamos
ir al centro de planificación familiar más cercano o al centro de salud de la
universidad para que te asesoren y te den la pastilla del día después.
La mención del
famoso método anticonceptivo de emergencia provocó que la neoyorquina estallara
una vez más en sollozos.
-¿Ves? Soy
tonta, una idiota redomada. ¿Cómo he podido llegar a esto?
-¡Abby! –por
más que procurara mantener la calma, los nervios por la noticia que había leído
sumados a la histeria de su amiga hizo que Sienna no pudiera controlarse más-.
¡No hiciste nada! Ese tío tenía la cremallera bajada, pero llevaba los
pantalones y la ropa interior puesta, así que deja de rallarte. ¡No pasó nada!
Su amiga, impresionada
por esa inesperada reacción, dejó de llorar de inmediato.
-Lo siento -se
excusó-… No quería ser una carga para ti.
Al escuchar
esas palabras, Sienna notó cómo su corazón se rompía en dos. ¿Por qué había
reaccionado de esa manera? De acuerdo, estaba preocupada y no podía evitar
tener la cabeza en otra parte, ¡pero se trataba de Abby! La única que no le
había fallado y que siempre había estado a su lado.
-Abby, lo
siento –comenzó a decir-. Perdona que te haya hablado así, pero estoy un poco
agobiada. Está claro que no soy tan buena consejera como tú y verte de esta
manera me queda muy grande. Perdóname, por favor.
-No te
preocupes –contestó la otra chica, con la voz apagada-. Tienes razón, estoy
buscándole tres pies al gato. Si dices que no pasó nada, confío en ti.
Esta vez fue
Sienna quien estuvo apunto de echarse a llorar. ¡Egoísta, egoísta, egoísta!
¿Cuándo iba a dejar de pensar tanto en ella para preocuparse un poco más por
los demás? Su amiga confiaba en ella y no se le había ocurrido otra cosa que
gritarle.
-Oye, ¿te
encuentras bien? –le preguntó Yuri, que se había dado cuenta de lo pálida que
se había puesto de repente y de que tenía los ojos humedecidos.
-Sí. No. No sé…
Necesito salir a dar una vuelta –las otras dos muchachas la miraron con cara de
preocupación-. No es nada, solo necesito que me da un poco el aire. Vuelvo en
un rato, ¿vale?
Sin dejarles
tiempo para contestar, giró sobre sí misma, abrió la puerta de la habitación y
la atravesó a gran velocidad, consciente de que había dejado a su mejor amiga
tirada.
En el pasillo,
un grupo de chicas se dirigían al cuarto de baño de aquella planta para darse
una ducha y asearse. De entre ellas, notó cómo dos o tres la observaban con
atención y cuchicheaban. No logró oír qué decían, aunque sí alcanzó a escuchar
dos palabras que se lo aclararon todo: “la innombrable”.
Apretó más el
paso en dirección a las escaleras del edificio Founders y bajó los escalones de
dos en dos. Poco después estaba en la calle, bañada por los rayos de sol de
aquella luminosa mañana californiana. Las ganas de llorar aumentaban, por lo que
echó a correr adelante sin destino alguno.
Diez minutos
después, cuando pasaba frente a una cafetería, decidió dejar de correr y
tomarse algo. Estaba más relajada, o al menos las lágrimas habían abandonado
sus ojos, por lo que le vendría bien tomarse un chocolate caliente o un vaso de
té.
Empujó la
puerta del Java Café, donde algunos estudiantes desayunaban enormes vasos de
zumo o café en el que mojaban muffins de chocolate, fresa y vainilla mientras
navegaban por Internet desde sus portátiles Apple personalizados o charlaban
con algunos amigos. Se encaminó directa al centro del local, donde una chica de
pelo castaño y ojos claros servía las bebidas con una cordial sonrisa.
-Buenos días,
¿tenéis chocolate caliente?
-Por supuesto.
¿Lo quieres con nata y sirope de chocolate? –sugirió la dependienta.
-Vale
–contestó, antes de recapacitar un poco-. Ponme tres vasos grandes para llevar,
por favor.
Quería
compensarles a sus dos amigas la huida de la habitación de alguna manera, y
conociendo a Abby esperaba que el chocolate ayudara.
Cuando la chica de ojos claros le dijo el
precio, se llevó la mano al bolsillo del pantalón y sacó la cartera. Solo
llevaba un billete de cinco dólares, por lo que le faltaban unos centavos.
Colorada, explicó a la camarera que no tenía suficiente y esta contestó que no
pasaba nada, que le perdonaba el pico. Mientras alargaba el brazo para darle el
papel con la cara de Lincoln dibujada en uno de sus costados, notó cómo alguien
la agarraba por la espalda.
-¡Sienna! ¿Qué
haces aquí tan temprano?
Sophia, tan
guapa como siempre con un vestido azul celeste de encaje en el pecho, se lanzó
a abrazarla como si llevara una vida sin verla. A su lado estaba Brooke, con
los ojos aún negros un poco negros por el maquillaje de la noche anterior y cara
de no haberse despertado del todo.
-¡Hola, chicas!
He decidido salir a correr un rato y se me ha ocurrido comprar algo para
desayunar –pintó la realidad para no tener que contar nada de lo que había
pasado esa mañana.
La rubia miró
los tres humeantes vasos de chocolate sobre el mostrador.
-¿Es chocolate?
–la dependienta asintió-. ¡Madre mía, cuánto tiempo hace que no me tomó uno,
con lo ricos que están aquí!
La española
titubeó.
-Si queréis os
invito…
-¿De veras? –el
brillo en los ojos de la hermana mayor de su amiga fue tal que no quiso
retractarse-. ¡Eres genial, Sienna! ¿Habías pagado ya?
-No, estaba en
ello –señaló el billete.
-Espera, yo
pongo lo que falta –se ofreció Sophia.
La presidenta
de la hermandad pagó la cantidad restante y dio una pequeña propina a la chica
de la cafetería, que se lo agradeció con otra sonrisa.
-Bueno, ¿qué
tal la fiesta anoche? –preguntó Brooke unos segundos antes de llevarse a la
boca uno de los vasos de chocolate que acababan de dejar sobre la mesa de la
esquina, justo al lado de la ventana.
-Muy bien
–respondió la más joven de las tres-. La verdad es que no tuvo nada que
envidiarle a las fiestas de Nueva York.
Su hermana
mayor soltó una carcajada.
-¡Venga ya! No
fue para tanto. Las próximas sí que serán increíbles, ya verás.
-¿Y Abby, dónde
acabó la noche? –quiso saber la rubia.
Aquella
pregunta cogió a Sienna por sorpresa.
-¿Dónde? En su
habitación, ¿dónde va a ser?
Las otras dos
muchachas rieron.
-Esta dice que
la vio besándose con Connor –apuntó Sophia-, por eso lo decíamos.
-¿Connor?
-Sí. Es uno de
los chicos de la hermandad de Nathan, mi novio. Todo un rompecorazones.
-No teníamos ni
idea de que el chico que le gustaba a Abby era Connor –explicó la morena-. ¡Por
eso me impactó tanto verlos juntos!
La chica debió
percatarse de la cara de extrañeza de su hermana pequeña, puesto que se
apresuró a comprobar que no se había equivocado.
-Porque el
misterioso chico que le gustaba era Connor, ¿verdad?
-No sé, supongo
–Sienna buscó eludir la pregunta-. Ese chico era tan misterioso y Abby había
guardado tan bien el secreto que no tengo ni idea de quién era.
-Es raro que
durmiera en su habitación, teniendo en cuenta que hablamos de Connor. Rara vez
se contiene hasta después de la primera cita –pese a no mencionar la palabra
clave, todas supieron a qué se refería Brooke-. Deben de gustarse mucho.
Sienna sonrió.
-Puede ser.
Sophia, que
calaba enseguida a las personas, se dio cuenta de que ese día la española
estaba más parca en palabras de lo habitual. Además, no la había visto pegar un
solo trago a su chocolate, que comenzaba a enfriarse dentro del vaso de cartón.
-Oye, Sienna,
¿estás bien?
La pregunta la
hizo romperse un poco más, aunque se esforzó por ocultarlo.
-Claro, ¿por
qué preguntas?
-Te noto rara…
Sus dos nuevas
amigas se quedaron mirándola a la cara unos instantes sin decir nada. Nerviosa,
notó cómo el labio inferior comenzaba a temblarle, al principio un poco,
después mucho más.
-Cuéntanos lo
que te pasa, hermanita –insistió Brooke, al tiempo que la cogía de la mano-. ¿Es
por algo de la fiesta? Ayer no te vimos por ningún lado. ¡Estabas desaparecida!
No lo aguantó
más.
-Es Matthew -al
darse cuenta de que nunca les había hablado de él, se explicó mejor-… mi novio.
Ninguna de las
dos chicas la interrumpió.
-¿Sabéis quién
es Matthew Levine, el cantante de Meant to be? –ambas movieron la cabeza de
arriba abajo-. Nos conocimos hace un año, en el colegio.
Acostumbrada a
los gritos y saltos de emoción de la gente al oír hablar del chico, la reacción
calmada de sus amigas la sorprendió.
-Lo sabíamos
–reconoció Sophia.
-¿Qué?
-Ya sabíamos
que eras esa Sienna, Sienna Davis, la novia de Matthew Levine.
Un silencio
tirante colgó entre las tres.
-Pero… ¿cómo?
¿Desde cuándo?
-Desde el
principio –reconoció la morena-. Verás…
Mientras las
dos jóvenes le contaban cómo al principio únicamente se habían interesado por
ella por el hecho de salir con el cantante de moda, sin llegar a desvelarle la
encerrona que le prepararon el día de su primer encuentro, la española
palideció.
-¿Entonces estaba
planeado? ¿Solo me queríais en vuestra hermandad por Matthew? –un sombrío
pensamiento le pasó por la mente; miró a Sophia a los ojos muy seria,
acusándola- ¿Y Abby? ¿La cogisteis porque era mi amiga o de verdad pensabas lo
que dijiste la otra noche?
-¡Eso fue al
principio! En cuanto os conocimos, nos dimos cuenta de que erais buenas
personas, el tipo de chicas que queremos como hermanas para Alfa Delta Pi.
-Te hemos
conocido más estas semanas y, aunque reconocemos que hicimos mal al guiarnos
por factores estúpidos como con quién sales o dejas de salir, no nos
arrepentido de habernos fijado en ti. ¿Puedes perdonarnos? –la rubia la cogió
de las manos de nuevo.
Sienna meditó
un poco.
-Supongo que
sí. Estoy un poco decepcionada, pero se me pasará…
-¡Gracias!
¡Eres la mejor! –Brooke la abrazó al mismo tiempo que Sophia sonreía.
-Somos tus
hermanas y lo seremos siempre. Aunque hayamos comenzado con mal pie te lo
compensaremos, ya verás –señaló esta última.
-Da igual, no
pasa nada. Dadme un poco de tiempo; nada mejor que eso cura las heridas y los
desengaños.
-Hablando de
desengaños –apuntó su hermana mayor-. Hace un momento has dicho que pasaba algo
con Matthew. ¿Quieres contárnoslo?
La más joven de
las tres dudó. Nunca se podría haber imaginado que le tenderían una trampa así
y eso la había hecho sentirse un poco utilizada, pero al mencionar al cantante,
el alud de sentimientos que llevaba reprimiendo toda la mañana se le vino
encima y supo que tenía que compartirlo con alguien para no explotar. Abby era
la persona más adecuada para escuchar y ayudarla, pero en ese momento la pobre
tenía bastante con sus propios problemas y arrepentimientos y no quería
preocuparla, así que se lo contó. Si no confiaba en sus hermanas, ¿en quién iba
a hacerlo?
-Habíais oído
hablar de Matthew antes de que empezáramos a salir, ¿verdad? –preguntó.
Ambas
asintieron.
-¡Por supuesto!
Hace ya bastante tiempo que es famoso y desde siempre hemos sido seguidoras
suyas. Sus baladas son preciosas.
-¿Y habéis oído
hablar alguna vez de Haley Sinclair?
Ninguna habló,
aunque por la seriedad de sus caras, la narradora comprendió que sabían a dónde
quería llegar.
-La innombrable
–acabó por decir Sophia.
-Sí, la
“innombrable”, como la llaman muchas fans. Matthew me habló de ella hace algún
tiempo, aunque yo había leído algunas cosas de ella por Internet con
anterioridad. Como ya sabía, me contó que Haley había ganado un concurso
musical y que la misma discográfica con la que trabaja él decidió contratarla.
Grabaron algunas canciones juntos y...
Brooke apareció
en la ayuda de su hermana menor.
-Y tuvieron una
historia.
Sienna agachó
la mirada.
-Algo así.
Salieron un par de veces juntos, tuvieron una historia –repitió las palabras de
la otra chica con un nudo en la garganta- pero no tenían nada en común y lo
dejaron.
-Sí, algo
habíamos oído –dijo Sophia, sin mencionar el gran bombazo que había supuesto
esa relación musical y personal un par de años antes y inesperada reacción,
tanto negativa como positiva, que causó en los fans de ambos.
-Cuando Matthew
me habló de ella, me contó que hacía mucho tiempo que no sentía nada y que
antes de que apareciera yo en su vida, la tenía más que olvidada. Sin embargo,
lo que he visto esta mañana en una revista apunta todo lo contrario.
Explicó como
Cassie, su huraña compañera de habitación, había dejado casualmente una revista
del corazón sobre su escritorio con una enorme foto de Matthew y Haley dándose
un tierno abrazo en la portada.
-Solo era un
abrazo. No es para tanto –dijo Brooke, queriendo restar importancia al asunto-.
Yo abrazo a todos los chicos con los que he estado y he terminado bien.
Seguramente sigan siendo amigos.
-No sé… Por la
forma en que me hablaba de ella, no me dio esa sensación. Me contó que era una
pesada caprichosa y que le había traicionado muchas veces, por lo que no creía
que pudieran mantener ni siquiera una relación de amistad. De todos modos, si
fuera solo eso…
-¿Qué más
había?
-En la misma
portada, junto a su foto, se veía otra más pequeña en la que estaban cogidos de
la mano en el backstage de un escenario. ¡Ni siquiera sabía que ella
aparecería por su gira de conciertos, porque no tienen ninguna canción en
conjunto! El título de la noticia era “vuelta a las andadas”. Y encima justo de
esa imagen, había una foto de nosotros dos partida por la mitad con el texto “Matthew
y Sienna, ¿crónica de una ruptura anunciada?”.
Las últimas
palabras sonaron ahogadas por la tristeza.
-¡Cómo le gusta a la prensa buscar
carnaza! –comentó intentando no aparentar interés, aunque sus ojos la
traicionaron.
-Pues sí –dijo Brooke-. No es más que
eso, carnaza. Si tú quieres a Matthew y sabes que él te quiere a ti, ¿por qué
te preocupas por lo que cuatro periodistas sabelotodos puedan pensar?
-No es tan fácil. Sé que no debería darle
importancia, pero llega un momento en que gotita a gota el vaso está tan lleno
de agua que se desborda y verlo con Haley ha sido esa gota. Parece que todo el
mundo esté deseando que nos separemos. ¿Qué más les da lo que sea de nuestras
vidas?
-Hombre, ten en cuenta que Matthew es muy
famoso –la rubia remarcó el “muy”-. Sus fans quieren saberlo todo, sobre todo
respecto a su vida sentimental. Tienes que entender que esa es la cara B de la
fama. Aguantar lo que te venga.
-¡Y lo hago! Lo hago… Aguanté las
persecuciones de las fans, que nos impidieran tener una historia de amor
normal, un tiroteo en el que casi lo pierdo, que no podamos tener ninguna
intimidad… Lo que no puedo soportar es la distancia, no poder vernos y tener
que leer estas cosas.
-Pero seguís en contacto aunque estéis
separados, ¿no?
-Sí. Intentamos hablar por teléfono tanto
como no es posible, pero echo mucho de menos verle y tenerle a mi lado.
-Si dudas de él –comentó Brooke-, mal
vamos.
-No dudo. Solo tengo miedo.
-No lo tengas. Si te preocupan esas
revistas, llámalo y cuéntaselo. Habla con él –la aconsejó Sophia.
-Lo he llamado esta mañana, nada más leer
la noticia, y no me ha cogido el teléfono. Ayer tampoco. Entre eso y los
cuchicheos de la gente de la residencia de estudiantes, me estoy volviendo
loca.
Su hermana mayor volvió a abrazarla.
-Y eso no es todo. ¿Sabes la cantidad de
vídeos que aparecen en Youtube si pones mi nombre y el de Matthew? Millones, y
la mayoría de ellos criticándome.
-¿Y eso qué más da? Entre esos millones, hay
miles de personas que os respetan y os quieren, y eso es lo que importa.
Además, por muy famoso que él sea y por muchas chicas que se le acerquen, el
amor es cosa de dos y su corazón ya está ocupado. Por ti, Sienna, su
inspiración, su princesa.
El tono bromista de la última frase y el hecho
de que también Brooke hubiera leído el tweet del cantante logró
relajarla y arrancarle una sonrisa.
-Tienes razón, soy una tonta al
preocuparme de esta manera, pero no consigo dejar de pensar que en cualquier
momento encontrará a otra mejor que le hará olvidarse de mí.
Justo en ese momento, escuchó el beep de
un mensaje en su móvil. Como si hubiese escuchado sus palabras, Matthew le
escribía un par de líneas. Sienna sonrió.
-¿Es él? ¿Qué dice?
-No puedo dejar de pensar en ti. Te
extraño.
Que bonitos los capitulos nuevos. Hacia mucho que no subias nada y me ha gustado sobre todo este capitulo, Abby es un poco preocupadilla de mas y Sienna me parece una joven muy tierna, pero se preocupa por su novio y este no dice nada. Las palabras del final me han encantado. Ya necesito mas
ResponderEliminarMe encanta, de verdad.
ResponderEliminarLo hechaba de menos, ¿cuando el siguiente?
He echado/echaba* lo siento lo he mezclado :$
ResponderEliminarMe encanta, de verdad.
ResponderEliminarLo hechaba de menos, ¿cuando el siguiente?
Me encanta, de verdad.
ResponderEliminarLo hechaba de menos, ¿cuando el siguiente?
Me encanta, de verdad.
ResponderEliminarLo hechaba de menos, ¿cuando el siguiente?