-¿Es ella?
–susurró Brooke Jaeger, una altísima morena de piernas interminables, a su
compañera, una chica igual de alta y atractiva de cabellos rubios.
-Sí, es ella
–respondió Sophia Atkinson, agazapada entre los arbustos.
-Es mucho más
guapa de lo que parece en las fotos –dijo una; la otra asintió.
Las dos
muchachas, vestidas con camisetas del mismo modelo en tono rosa palo,
intercambiaron una mirada de aprobación antes de volver a asomar la cabeza.
-¿Crees que
está interesada en Alfa Delta Pi? –pregunta Brooke.
-No lo sé. Tal
vez aún no, pero lo estará –afirmó con seguridad Sophia.
Si Sienna Davis
era inteligente, sabría que elegir Alfa Delta Pi es su mejor opción. Las dos lo
sabían, aunque estaban tan nerviosas ante la idea de captar para su hermandad a
la novia del artista de éxito del momento. Además, eran conscientes de que el
resto de hermandades estarían también al acecho, por lo que les preocupaba
meter la pata y perder esa oportunidad única.
Frente a ellas,
por el camino de piedra que llevaba desde Camino y Founders hasta Manchester
Canyon Fields, el lugar donde se llevaría a cabo la primera ronda de selección
de novatas por parte de las diferentes hermandades del campus, paseaban Sienna, Abby y Yuri. De las tres, la española era
la que menos interés tenía por participar en aquel proceso, puesto que tan solo
había aceptado unirse a una hermandad para lograr que sus dos amigas se callaran.
Desde la
conversación que mantuvieron al respecto la primera tarde que pasaron en San Diego,
han transcurrido tres jornadas más en las que las chicas se han dedicado a
diversas tareas. Tomaron el autobús para hacer la compra en Walmart y volvieron
a casa tan cargadas de bolsas que apenas consiguieron llegar de la parada al
edificio donde se encontraba su residencia. Comenzaron a decorar sus
dormitorios y adquirir los libros de las asignaturas que tenían que cursar ese
semestre. Sienna lamentó que Cassie, su compañera de cuarto, no quisiera unirse
a ellas, ya que no pudieron elegir juntas cómo colocar las camas para optimizar
mejor el reducido espacio de sus dormitorios ni compraron a juego los edredones
para sus lechos, como sí hicieron Yuri y Abby. Además, fue en esos días cuando
la española descubrió el mercado de los libros de segunda mano en la
universidad. Aunque pretendía comprar todo el material para ese curso nuevo,
acabó cediendo a la compra de libros usados cuando descubrió que el manual que
usarían en la clase de Literatura Británica, la guía Norton, costaba más de
ciento cincuenta dólares.
A pesar de que
entre una cosa y otra, apenas tuvieron tiempo de preocuparse por nada más, el
único tema que no dejaba de aparecer en las conversaciones de Abby y Yuri era
el de unirse a una hermandad, así que al final la española debió dar su brazo a
torcer y aceptó participar con ellas en el proceso de selección.
-Tengo
muchísimas ganas de conocer a las chicas de Alfa Delta Pi –comentó Abby, muy
emocionada-. Por lo que tengo entendido, son la mejor hermandad de la
universidad en todos los aspectos. Ganan todos los años los concursos de la
semana griega, son las que organizan las obras benéficas más exitosas y además
tienen una buenísima relación con los chicos de Alfa Omega.
Las otras dos
jóvenes rieron a la par.
-¡Qué
casualidad, con Alfa Omega! ¿Acaso conoces a alguien de esa fraternidad?
–bromeó Sienna; su amiga se sonrojó al escuchar aquella mención a Nathan, pero
no dijo nada.
-Lo que sí es
una casualidad es que quieras ser parte de Alfa Delta Pi –intervino la coreana-
porque ese es también mi objetivo. Mi madre fue Alfa durante sus estudios
universitarios y guarda buenísimos recuerdos de esa época. A parte de que me
gustaría formar parte de esa aventura a mí también, sé que si no me aceptan, mi
madre jamás volverá a verme con los mismos ojos.
La confesión
caló hondo en Sienna, que hasta ese momento se había mantenido al margen de la
conversación.
-Mi madre no
estuvo en ninguna hermandad cuando estudiaba, así que por lo menos no tengo ese
problema. Eso sí, solo aceptaré unirme a una fraternidad si vosotras estáis en
ella.
Abby se acercó
a la joven y le dio un fuerte abrazo.
-Yo tampoco
podría estar en un grupo distinto al tuyo, Sienna. ¡Somos inseparables!
-Recemos
entonces para que no nos dividan, porque si nos eligen hermandades diferentes,
no hay marcha atrás salvo renunciar a formar parte del sistema griego. Y, de
estar en asociaciones diferentes no solo no podríamos ser inseparables, sino
que seríamos rivales –apuntó Yuri.
Abby y Sienna
asintieron con la cabeza.
La joven de
pelo rizado tomó la palabra a la vez que se echaba hacia atrás un rizo que se
le había soltado de la coleta y lo recogía con una horquilla negra.
-Bueno, no nos
pongamos en lo peor antes de tiempo. Seguro que todo nos sale bien, ya veréis.
Nada ni nadie podrá separarnos.
* * * * *
Ajenas a los
dos pares de ojos que las habían estado observando un rato antes, las tres
chicas llegaron al claro de césped donde se iba a inaugurar la semana de
inscripción.
Los nervios de
última hora empezaban a hacer mella en las jóvenes, que se cuestionaban si la
ropa que había escogido para la ocasión era la más adecuada.
-Mira a esas chicas de allí – Abby señaló de
forma poco discreta a un grupo de muchachas vestidas con unos elegantes y
bonitos vestidos que poco tenían que envidiar a los típicos atuendos del sector
femenino del St. Patrick’s-. ¿Van demasiado arregladas o somos nosotras las que
desentonamos con esta ropa informal?
Su compañera de
habitación se apresuró a tranquilizarla.
-No te
preocupes, Abby. Nosotras vamos bien; son ellas las que se creen que van a
participar en un concurso de belleza.
-Sí, relájate
–la imitó Sienna.
En vista de que
su amiga no parecía más calmada, la coreana volvió a hablar.
-Piensa que en
el proceso de selección hay cuatro fases: las presentaciones, la filantropía,
los sketches y la etapa de
preferencia. En cada una de ellas, según me explicó mi madre, se recomienda un
tipo de indumentaria distinta. Para las presentaciones, lo más adecuado es
vestir de forma cómoda e informal, ya que esta actividad dura prácticamente
todo el día. Venir de tiros largos a la ronda de presentaciones es querer
aparentar lo que no eres y, créeme, al final del día apenas van a conseguir
mantenerse en pie sobre esos tacones, si es que no se quedan hundidas en el
suelo antes –se jactó-. Además, en las dos últimas fases hay que escoger ropa
más de vestir como vestidos de día, faldas o vestidos de fiesta. ¿Qué van a
ponerse entonces si han usado sus mejores prendas en el primer momento?
Al comprender
que su nueva amiga tenía razón, Abby respiró aliviada. Por un momento, al
comparar su falda caqui y su camiseta verde oscuro con los vestidos de las
otras chicas, había pensado lo peor.
Antes de que
tuviera tiempo para responder a las palabras de ánimo de sus compañeras, una
chica de unos veinte años con un vestido blanco al más puro estilo ibicenco dio
un par de golpecitos al micrófono que había en lo alto del escenario en el
centro del campo.
De súbito, el
barullo de muchachas nerviosas quedó en silencio.
-Buenos días
–la joven ponente dedicó a su público una enorme sonrisa que dejaba ver sus
perfectos dientes blancos-. Mi nombre es Quinn Gilbert y soy la representante
del consejo panhelénico. En nombre de las presidentas de todas y cada una de
las hermandades presentes en la Universidad de San Diego, quiero agradeceros
vuestra participación en esta primera jornada de selección de nuevos miembros.
Unas cuantas
muchachas aplaudieron tímidamente.
-Imagino que
muchas de vosotras acabáis de llegar al campus
y venís cargadas de ilusión por encontrar a alguien que os guíe durante
vuestros primeros meses aquí. Buscáis a una persona que os aconseje qué clases
coger y cuáles no, una amiga que os de su apoyo y su comprensión cuando
comencéis a añorar a vuestras familias y a amigos en vuestras ciudades de
origen. ¿Me equivoco? –nadie le llevó la contraria, por lo que volvió a
sonreír, complacida.
Permaneció unos
segundos en silencio, un tiempo que había calculado y ensayado anteriormente
para dar más emoción a su discurso.
-Pues bien,
ahora os pido una cosa. Mirad a vuestro alrededor –todas las chicas hicieron lo
que se les pedía; Sienna, sin embargo, no pudo evitar sonreír divertida por
aquel estúpido dramatismo-. Ahora veis muchas caras, rostros desconocidos que
no os dicen nada, tanto allí –Quinn señaló al lado en que se encontraban las
candidatas y después apuntó al extremo en que se hallaban las representantes de
las distintas hermandades, atentas a su charla-, como aquí. Si decidís
continuar con este proceso y uniros a una hermandad, en unos meses, o incluso
menos, reconoceréis esas caras y en cada una de ellas encontraréis a esa amiga
que tanto habéis buscado. Por eso, si alguien duda acerca de su decisión,
debéis saber que no os habéis equivocado. Acabéis en la hermandad que acabéis,
seréis bien acogidas, queridas y respetadas, y ese amor incondicional no
podréis encontrarlo en ningún otro sitio que no sea aquí.
De nuevo una
pausa antes de continuar hablando.
-Sin más
dilación, quiero volver a mostraros nuestro agradecimiento por haber optado a
formar parte del equipo panhelénico. En nombre de todos los integrantes de las
hermandades… bienvenidas y suerte.
Ya quiero saber en q Hermandad se meten, me esta encantando la historia. Pero me gustan mucho mas los capitulos de Paris. Ahora quiero saber q pasa en Nueva York
ResponderEliminarQué interesante ^^ Tú fuiste a Estados Unidos a estudiar, ¿verdad? ¿Entraste en una hermandad?
ResponderEliminar¡Un beso! :D
Sí, estudié en Estados Unidos, pero no formé parte de ninguna hermandad porque solo estuve cuatro meses y no me parecía bien unirme a una para irme tan pronto ;)
EliminarOtra cosa de USA que me encanta, las hermandades universitarias jajaja Esperemos que las chicas entren en la misma (yn)
ResponderEliminarPor otra parte te diré que ADORÉ el capítulo anterior y tengo muchas ganas de volver a París (L)
Un beso (L)
Yo siempre quise ir a una hermandad jajaja Sé que es una tontería pero me parece muy guay :D Quiero leer más :D
ResponderEliminar¡Un beso! :3