lunes, 4 de octubre de 2010

Capítulo 1

El ruido de los motores la hizo estremecerse. El avión acababa de despegar y su aventura comenzaba. Ya no había vuelta atrás. Se colocó los cascos de su reproductor de música en un vano intento de acallar sus pensamientos y su nerviosismo, pero su cabeza gritaba tan alto que la música apenas era perceptible.
Miró por la ventana. Conforme el avión tomaba altura, iban cruzando más y más nubes, dejándolas atrás poco a poco. El cielo estaba azul, espléndido, y allá a lo lejos brillaba el sol, pequeño y lejano como siempre. Nada cambiaba a miles de pies sobre la tierra.
Las azafatas, tras dejar atrás sus habituales indicaciones de cómo actuar en caso de accidente, se dirigieron al fondo del avión, probablemente en busca de carritos repletos de comida precocinada y envasada. Una de ellas, más joven y rubia que las demás, la miró y le sonrió.
No le apetecía devolverle la sonrisa, así que rápidamente giró la cabeza y volvió a concentrar su vista en las nubes. Las había imaginado diferentes. No eran esponjosas ni densas, como parecían desde el suelo. El avión las cruzaba sin problemas y se sumergía en ellas como un experto nadador en la orilla del mar.
Mientras tanto, El canto del loco atronaba sus oídos. Adoraba sus canciones, pero no las estaba disfrutando como otras veces. Sólo quería llorar, saber que se alejaba de ellos, de sus voces, de su idioma. Ese era el motivo de que no pudiera sonreír, de que tuviera los labios fruncidos en un gracioso mohín y la mirada perdida y apagada. Se dirigía a un país desconocido, a una enorme ciudad que para ella no era más que el rostro de mil películas, un laberinto hecho realidad, y lo hacía sola. Menuda locura.
Por qué, por qué, por qué. No dejaba de preguntárselo, a pesar de conocer la respuesta. No quería aceptarla, no le valían las palabras con las que se habían despedido en el aeropuerto de Barajas. Tenía que haber algo más. Es más, sabía que lo había. Nunca la habría dejado marchar así, estaba convencida.
Mejor era cuando creía que tú me comprendías y ahora veo que no, mejor era cuando creía que tú no me mentías y ahora veo que sí, y tú, tú, tú ya no eres igual...
  Sus ojos comenzaban a entrecerrarse. Estaba cansada de tanto pensar, de dar tantas vueltas por su cabeza, de no poder despejar la mente ni un segundo. Sólo quería dormir, dormir y descansar. Pegó la cabeza al cristal de la ventana y, con los ojos cerrados y la música meciéndola, se quedó dormida.
*  *  *  *  *
Estaba saltando, cruzando las nubes y rozándolas con sus propias manos. Eran suaves y perfectas. Cerró un puño y atrapó dentro un pedacito de cielo. Se lo acercó a la boca y lo probó. Era dulce, delicioso. A su alrededor no había nada, sólo nubes, paz, cielo, calma, luz. ¿Estaba en el paraíso? No, sabía que no. Debía tratarse de un sueño. Allá a lo lejos, bajo sus pies levitando en el aire, podía ver el mar. Brillaba, reflejando el fulgor del sol, que empezaba a caer. Y un poco más a lo lejos, veía algo más, veía un punto marrón. Tal vez tierra. Pensó que estaba llegando y el esbozo de una sonrisa se coló entre sus labios. No le gustaban los aviones, ni viajar sola. Quería llegar, hacer frente a lo que fuera que se encontrara allí, y cuanto antes, mejor. Estaba cansada, cansada y harta de tanto pensar. Ni siquiera en sueños era capaz de quitarse esas ideas de la cabeza.
Se tumbó en una nube y notó como poco a poco iba hundiéndose en ella. Sentía escalofríos por todo el cuerpo de tan suaves como eran. Su rostro, sus piernas, sus manos… pero sobre todo un brazo, el brazo izquierdo. El roce de las nubes era distinto, aterciopelado y… ¿con olor a fragancia masculina?
De repente, notó como unos dedos rozaban su piel. Sí, unos dedos. Exactamente cinco.
Asustada, abrió los ojos de golpe.
Volvía a estar en el avión. Por la ventana ya veía nubes. Estaba oscuro. Giró la cabeza, aún medio dormida, en busca de aquellos dedos. Y allí estaba él. Ojos verdes, cabello rubio y despeinado, camisa de cuadros y una enorme sonrisa en los labios.
- ¡Hola! Perdona que te haya despertado. He visto que tenía el vello de punta y supuse que tendrías frío, así que te he tapado un poco con la manta para que estuvieras cómoda.
No hablaba su mismo idioma, pero ella se manejaba bastante bien en inglés y no tuvo ningún problema para entenderlo. Sin embargo, entendía las palabras del chico, pero no comprendía la situación. ¿Quién era él? ¿Qué hacía a su lado? Su padre había comprado el asiento contiguo al suyo para asegurarse que su hija fuera tranquila en la primera clase de aquel avión, sin ningún loco o pervertido intentando trabar conversación con ella.
- Por cierto, me llamo Matthew –volvió a hablar, sin dejar de sonreír.
- Yo… yo… tú… ¿qué haces aquí? –consiguió pronunciar ella, a la vez que se quitaba los auriculares.
- Bueno, vuelvo a casa de mis vacaciones de verano con mis tíos españoles –respondió él.
- Me refería a qué hacías en este asiento. Antes no estabas aquí.
- ¿Antes de qué? ¿Antes de que te quedaras dormida y se te marcara la cara con la ventanilla del avión? –bromeó Matthew.
Ella se dirigió la mano a la frente y notó unos surcos redondeados. Avergonzada giró la cara hacia el cristal. No quería que aquel chico siguiera burlándose de ella, ni quería hablar con él. Era muy atractivo pero muy maleducado. ¿Cómo se atrevía a dirigirle la palabra a ella? ¡Y más de ese modo! ¡Era indignante!
- Perdona, tan sólo era una broma –añadió el joven-. Estaba sentado allí, junto a aquel japonés gordo que ronca tanto y que no paraba de dejarse caer sobre mí. Temía por mi vida y pedí cambiar de sitio. El único asiento libre era éste y, puesto que estabas dormida, pensé que no te molestaría.
- Pues ya ves que lo has hecho –gruñó ella sin mirarlo a los ojos.
- Lo siento de nuevo. Prometo que no volveré a decirte nada en el resto del trayecto. No te darás ni cuenta de que tienes un compañero.
Ella volvió a ponerse los auriculares y se concentró en el paisaje. A lo lejos se veían brillar millones de luces. El chico sacó de su bolsillo un flamante teléfono blanco con una enorme pantalla y comenzó a teclear algo.
Las vistas eran increíbles. Como había ocurrido en el sueño, comenzaba a tener ilusión. Ya que no había tenido elección, ya que su destino estaba claro, de nada servía quejarse. Debía hacerse a la idea de que comenzaba para ella una nueva vida.
El avión comenzó a descender en el aire. Comenzaron a pasar entre altísimos edificios que brillaban más que la propia luna. Bajo ellos, luces de todos los colores, agua, magia.
La voz del piloto la sacó de sus ensoñaciones cuando se dirigió por última vez en el trayecto a los viajeros:
“Por favor, apaguen sus aparatos electrónicos. Estamos apunto de aterrizar, a la hora local de las 11 de la noche. El clima en la ciudad es de unos 25º C, así que les recordamos que tal vez necesiten una fina chaqueta al salir del avión. No olviden seguir las indicaciones del personal aeroportuario en la zona de inmigración y, ante todo, bienvenidos a Nueva York”.

9 comentarios:

  1. te felicito es PRECIOSA LA HISTORIA enganchada estooy venga un besiito guapaa ^^ y sigue así!
    por cierto te rechacé la petición atuenti pero ya te la acepto :3

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  2. Olaaa! bueno aún no empecé pero ya me contaron así por encima y bueno, me decidí a leerla porque me pareció que puede estar mui bien y que me voy a enganchar! Peo que sepas que tienes una nueva lectora! :D
    un besoo!

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  3. ¡¡Me encanta!! :D
    Está genial, ahora mismo leo más capítulos...
    Por cierto, se parece a una historia que tenía en mente escribir... pero la chica se iba a Londres en vez de a Nueva York xD

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  4. me está gustando mucho! la acabo de comenzar es tan malo?

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  5. Me encanta el comienzo de la historia, tienes una nueva lectora. un beso

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  6. ¡Es fantastica!me encanta como lo redactas..
    en fin que ya puedes contar con una lectora mas!!

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  7. Me parece que empiza muy bien la historia, espero que siga asi...:)

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  8. Espero no haberla empezado muy tarde! Me encanta como escribes, todo un gusto! Tienes mucha constancia y valor para empezar una historia. Yo he intentado escribir muchisimas veces, escribir es como para mi caminar, respirar.¡Pero me falta costancia! Me encantaría que te pasaras por mi blog y que me recomendaras...¡porque me acabo de hacer fan tuya! Un besazo, y voy a seguir la historia!.
    Espero tener la misma costancia que tu para perseguir mis metas!
    Un besazo.

    http://presadeloslibros.blogspot.com/

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  9. Me encanta esta historia. La comocí en Tuenti gracias a una amiga que me dijo que escribes fenomenal y que es fan tuya. Unas semanas después me animé a leerla. Me enganchó desde este primer capítulo y te doy la enhorabuena por la preciosa historia que has creado. A mí me gusta muchísimo escribir ese tipo de historias y eres una fuente de inspiración para que luche por mi sueño de llegar a publicar algún día una novela. Gracias por todos esos bonitos momentos compartidos junto a los personajes de "Al otro lado del mar" y "Olvídate de mí" Un beso.

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