domingo, 25 de marzo de 2012

Más allá del mar - Capítulo 7

-Pues… no sé… -a Cindy jamás se le habría pasado por la cabeza que el joven artista pudiera hacerle semejante petición, por lo que no encontraba las palabras adecuadas para responderle.
¡Claro que quería que la pintara! ¡Sí, sí, sí! El corazón le daba saltos de alegría y emoción por mil motivos distintos a la vez. En primer lugar, el muchacho se había fijado en ella y la consideraba lo suficientemente hermosa como para plasmar su imagen en un cuadro. Tras sus problemas con la comida y tantos años con la autoestima baja, aquel resultaba motivo más que suficiente para hacerla feliz. No obstante, no solo se trataba de eso. Más allá de verla como modelo, Lucas había sabido mirarla como mujer, y eso la hacía sentirse especial, distinta a todas las demás. ¿Por qué quería retratarla a ella y no a aquella chica que paseaba a paso tranquilo mientras comía un helado? ¿O a aquella otra que leía el periódico en el banco? La había mirado y había visto algo en ella diferente y bello, por lo que tal vez, solo tal vez, la atracción que sentía Cindy por Lucas y que la hacía caminar todos los días hasta esa zona del río fuera recíproca.
Sí, iba a dejar que la pintara. Siempre y cuando se le soltara el nudo de la garganta y fuera capaz de decir más de dos palabras seguidas.
-Me encantaría que lo hicieras –logró decir al fin.
El muchacho sonrío.
-¿Cuándo quieres que empecemos?
-Espera que mire mi agenda – la joven intentó bromear, aunque su voz sonó entrecortada y nerviosa-. Cuando quieras. No tengo nada que hacer hasta que comiencen las clases en septiembre.
 -¿Qué tal esta noche? –propuso Lucas; Cindy aceptó de forma tácita, con un ligero movimiento de cabeza-. Ahora mismo tengo que aprovechar el tirón de los turistas para ver si consigo sacarme algún dinerillo, pero no me gustaría ir dejándolo pasar por si acaso cambias de idea.
El comentario jocoso sorprendió a la americana, que se preguntó quién en su sano juicio rechazaría una petición como esa de manos de aquel atractivo joven.
-¿Nos tomamos un café juntos y lo cerramos todo? –sugirió él.
-Genial. ¿Ya?
-Por mí sí. Llevo ya un par de horas pintando sin parar y necesito un descanso. Eso sí, como la pintura está húmeda todavía y tendré que dejar aquí las cosas, no puedo alejarme demasiado del caballete.
-No pasa nada –contestó la rubia-. Podemos tomarnos algo en la cafetería de allí enfrente. Si nos damos prisa y cogemos la mesa de la ventana, podrás vigilar tus cosas a todo momento.
-Muy bien –asintió él-. Vamos corriendo entonces ante de que nos la quiten.
Entre risas, el chico se levantó de su taburete de un salto y se dirigió a grandes zancadas hacia el establecimiento. Cindy se apresuró tras él, casi corriendo para poder seguir el ritmo. Menos de un minuto después, se encontraban sentados a la mesa que acababan de mencionar.
-¿Qué te apetece? –preguntó él.
-No estoy segura. No sé si pedirme un capuchino o un cortado.
-Yo voy a pedir un capuchino. Aquí les añaden un poco de chocolate para hacer dibujos por encima de la espuma y están de muerte. Te recomiendo que lo pruebes.
-Dos capuchinos entonces –decidió ella-. Y un croissant también.
El muchacho no le dio tiempo a ponerse en pie ni esperó a que la rolliza camarera que secaba las tazas en la barra se aproximara a su mesa. Sin previo aviso, se acercó a ella y pidió. Se giró, miró a Cindy y le guiñó un ojo, pícaro. Ella sonrío y le hizo un gesto amenazador con la mano cuando vio que el joven pagaba el pedido de los dos.
-Me parece muy mal lo que has hecho –le regañó cuando Lucas volvió a la mesa y se sentó a su lado-. Ya que eres tú quien va a pintarme sin cobrar nada a cambio, deberías haberme dejado pagar el desayuno.
-No te preocupes por eso, mujer –respondió él-. Siempre es un placer invitar a una chica tan guapa como tú a desayunar. Si por mí fuera te traería aquí todos los días.
¿Lo decía en serio? Cindy no sabía si creérselo, por lo que permaneció unos instantes callada. El joven aprovechó ese tiempo para seguir hablando.
-Además, ninguna modelo posaría gratis para un pintor de poca monta. Cobrarían por derechos de imagen, y ya que tú no vas a hacerlo, creo que es mi obligación invitarte a un café.
Conforme nombró la bebida, la camarera llegó con su bandeja redonda y dejó en la mesa los dos capuchinos, el croissant y una tostada de mantequilla y jamón york.
-Gracias –dijo Cindy.
-Dale las gracias a tu novio, que es él quien te invita –le contestó la mujer, con una sonrisa.
La rubia también sonrió, aunque se hallaba bastante avergonzada.
-Gracias, novio –bromeó.
-De nada, novia –repuso él.
A raíz de aquella broma, el desayuno transcurrió entre dobles sentidos, miraditas y palabras muy bonitas. Cuanto más hablaba con él, o cuanto más lo escuchaba, más se sorprendía de lo culto y atractivo que era Lucas.
 Ya se habían terminado los cafés cuando la chica tomó la palabra y mencionó su cita de esa noche.
-¿Dónde vas a querer quedar esta noche? Tendrá que ser en algún sitio que haya buena luz, porque estará oscuro y no podrás ver bien los detalles.
-Tienes razón –dijo el muchacho, pensativo-. Estoy tan acostumbrado a pintar por el día en la calle que no había pensado que hacerlo de noche no sería una buena idea.
-Si quieres lo dejamos para otro día que no vengas a pintar al río –comentó ella.
Lucas se apresuró a responderle.
-No te preocupes, tengo una solución. Podemos ir a mi casa, ya que allí tengo un equipo de iluminación de infarto. Cuando me inspiro por las noches y no puedo permitir que se me escape una idea, lo hago allí en el salón. Si no te importa, podemos empezar a trazar los primeros esbozos allí. Así de paso podría invitarte a una cerveza o darte algo de picar para que no se te haga tan pesado el tiempo de posar.
Pese a que algo en su fuero interno le decía a voz en grito que no debía ir a la casa de un chico al que prácticamente acababa de conocer, no pudo negarse a su petición. En el fondo, tenía muchísimas ganas de pasar un rato con él y en su casa… bueno, lo que tuviera que pasar, pasaría. Mejor no adelantar acontecimientos.
-Vale, perfecto –se limitó a decir-. Además, en tu casa estaremos más tranquilos que en medio de la calle y eso tiene que ayudar a que te concentres mejor, ¿no?
Lucas soltó una carcajada.
-Sí, tienes razón, estaremos más tranquilos. Respecto a lo de concentrarme mejor… no estoy tan seguro. Me parece imposible estar relajado teniendo frente a mí un bombón como tú.

3 comentarios:

  1. Es genial *-* ¡Qué majo es Lucas! Me encanta ^^

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  2. Estoy enamorada de este chico, en serio (L) Muy buen capítulo, quiero saber más sobre lo que sucederá entre Cindy y él... pero también quiero noticias de Abby y Siena! :D
    Un beso (L)

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  3. Naoual : ami me da mala espina el lucas .. buenos voy a seguir ^^

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